Blog de notas "La escribidora"
Un brainstorming pero a lo apatico.


miércoles, enero 10, 2007  

Qué solo me voy a sentir esta noche baby

- Oh, ¿pero se queda aquí solo?
- Si claro, los coches que van al desguace se quedan a la intemperie.
- Ay, es que ahora me da penita. Está tan acostumbrado a estar en su párking.
- Señorita, hay que sentir pena por las personas, no por los coches.

Obviamente, el pedazo de insensible que ha dicho eso trabaja en un concesionario y seguro que debe renovar su coche cada cinco años. Ese coche lleva en la familia treinta años. Por favor, un poco de respeto al anciano que es mayor que tú, niñato. Lo he despedido que parecía eso el funeral de un torero.

- ¡Adiós coche! ¡Vas a un mundo mejor, aquí ya no hay lugar para ti!

Y he vuelto los ojos sin mirar atrás, temiendo derrumbarme.

Ya hacia tiempo que el pobre se había vuelto invisible a los ojos del mundo. Pequeño, vulnerable y ruidoso. Es lo que pasa en un mundo lleno de coches de lujo comprados precariamente a plazos que se eternizan. Muérete de hambre pero ten tu BMW. Como el del vecino, que no paraba de darle golpes al pobrecito –a mi pobrecito- cada vez que le abrían las puertas. Ricos desconsiderados…

Me han cambiado el coche –bueno, por si no había sonado todo demasiado obvio-. Ha sido como repentino. Y mira que en mi casa los coches nos duran siglos, y claro te acostumbras. A ver, es que no hay que cambiarse el coche tantas veces como hace la gente. Creo que muchas personas compran coches como si así pudieran volverse más interesantes ellos mismos, y en diez años adquieren… cinco coches. Pues no, hay que tener coches pequeñitos y adorables, como tengo yo.

Y es que además, hoy en día los coches son todos iguales.

El primer coche de la familia fue el seiscientos. Ya sabéis, el coche por excelencia. El coche donde se metían siete familiares y el perro y se iban rumbo a la playa -y cabían, tú-. Los seiscientos eran muy monos, pero ese en especial era adorable, porque además de mono, era un superviviente. Y tuvo que aguantar a una niña tonta como yo, que se avergonzaba de él delante de sus amigos, que tenían coches modernos.

Aún me remuerde la conciencia –sí, creo que tengo un problema-.

Hacía un “run run” memorable. Vamos, el run run de siempre, que ahora lo han quitao y en vez de run run hacen todos un aburrido shhhhh shhhhh, en plan “mira como me deslizo por el suelo miserable seiscientos, que no eres digno ni de oler el óxido de carbono de mi tubo de escape”.

Lo vendimos barato a un chapista a principios de los noventa. No me di cuenta del proceso, era pequeña. En 1992 adquirimos uno de 1977, casi igual de pequeño que el seiscientos, pero yo tenía la impresión de ir en un trailer o algo por el estilo y presumía que no veas: “mira que capó tiene, parece el Halcón Milenario, así todo ancho”. No tenía mucho tinglado ahí dentro el pobre, lo básico. En realidad, era una reliquia andante ya en 1992. El tiempo pasaba, y él lo sabía. De repente, ya no había coches como él por las calles y se olía algo. Sus compañeros, como mucho, se habían quedado relegados a las películas de Pajares y, a mucho estirar, aparcados delante de la casa de la familia Alcantarilla en Cuéntame.

Inciso: Qué fuerte, así haciendo zapping me encontré al cura que sale en la serie morreándose con la hija de Imanol. Me vinieron ganas de ver la serie pero me parece que forman pareja estable moña en vez de amorío secreto indecente.

De tan viejo que se hizo –volvemos al coche setentero-, no había recambios ni siquiera en los desguaces, y claro, el cambio de marchas se tuvo que soldar. Y luego las puertas no cerraban bien si no conocías el truco –cerrar a lo bestia, pero a lo bestia, bestia-. Una vez casi se nos cayó mi profesora de latín fuera del coche en una curva porque se le abrió la puerta –no cerró a lo bestia-. Mi coche sabía que yo no la podía ver ni en pintura y quiso tomarse la venganza por su mano –por su puerta-.

Consejo: No me dejéis nunca cerrar las puertas de vuestros coches por si acaso, que al profesor de autoescuela lo tenía amargado con los golpetazos que le pegaba al Megane.

Ah por cierto, aprobé la práctica hace un mes.

Y hoy un familiar – volvamos al tema, otra vez- nos ha pasado un coche de 1992 que poner en su lugar –el del coche setentero-, y se ha llevado el coche –ídem-, mi coche, al concesionario donde se ha comprado un coche nuevo –el familiar-. Se lo ha llevado, se ha llevado a

la pulga,

la pulguita.

¿A quien voy a llamar pulga ahora? Voy a tener que comprarme un perro.

Pero no, que se mueren.

El coche que tenemos ahora en el garaje –después de un fallido intento chapucero de pasar la gasolina de un coche a otro- tiene cosas fascinantes, como por ejemplo, faros antiniebla, tres retrovisores y ventanillas que no se suben y se bajan con manivela, sino con interruptor ¡Tiene interruptores! "Aquí mando estelar -bajar interruptor rojo, subir interructor negro- aquí mando estelar".

Bueno, una de las ventanillas no funciona. Tampoco hay aire acondicionado, tenemos un pintoresco mini ventilador que lo sustituye.

Cuando supieron los del desguace que tipo de coche era el que les iban a llevar, se echaron a reír. Encima son crueles. Qué malo es el mundo. Lo miraran despectivamente mientras le arrancan las puertas y gritaran con las caras deformadas como las de los malos enloquecidos que dibujaba Hugo Pratt.

- Este trasto no tiene nada que nos sirva, es demasiado viejo. Bueno, quítale las ruedas, quizás podamos hacer algo con ellas si no están demasiado viejas. Y sácale toda la gasolina, este desgraciado no va a andar nunca más, ja ja ja ja.

Y mi coche llorará solo y desamparado, sintiéndose abandonado, tiritando de frío tras una noche durmiendo a la intemperie.

Adiós Pulga.

Pulguita.

Soy cursi, lo sé. Dejadme serlo.

Pulguita…

posted by Laia | | 7:20 p. m.


lunes, enero 01, 2007  

Me gustaría estar enamorada de él –y que él lo estuviera de mi, pero eso es obvio-

Síntomas:

- Pienso en él cada día.
- Y cuando me lo imagino no estamos hablando, precisamente.

Siempre he tenido el corazón bastante –que no del todo- vacío en ese aspecto, porque es que soy así. Qué putada. Mira que lo intento, pero nada. He estudiado mi caso con cariño –como dice Lionel Barrymore en Capitanes Intrépidos- y puedo resumir el caso como.

Laia siente atracción por alguno de ellos pero se olvida de él antes de enamorarse.

Es decir, que me quedo a mitad de camino siempre, y como el amor está arriba del todo y hay mucha cuesta para llegar –y mi impulso es una mierda- se me cala el coche y me vuelvo para abajo. Eso si, lentamente. Yo, en estos temas amorosos, soy lenta de cojones. Siempre.

Yo creo que es que ya veo de lejos que no están interesados y mi mente crea una barrera defensiva que dice “quieta parada, vuelve a bajar que por ese camino no hay nada que hacer”. Pero no lo creo, cuando te enamoras, la mayoría de las veces es de gente con la que no hay nada que hacer… Quizás soy una persona demasiado lógica y cerebral en ese aspecto, o nada romántica, o nada obsesiva, o desencantada, o quizás es simple apatía. Te acostumbras a un estado y luego ya no quieres cambiar, porque te has acostumbrado a estar en una cierta situación, y salir de ella te provoca pereza y miedo. Y claro, se desentrena uno.

Aparte del misterio que reside en mi interior que me deja estancada, está también la posibilidad que la culpa sea también de “los otros”. Es decir, de los hombres con los que me he topado.

Todos me parecen iguales una vez los conozco bien. A lo mejor es el problema. Llego a la conclusión que todos quieren lo mismo, porque el proceso siempre es el mismo y el final siempre es el mismo. No hay nada en ellos que me haga pensar “ey, a este me gustaría conocerlo más” porque como he dicho, la historia discurre de manera desesperadamente previsible, y al final se van detrás de chicas guapísimas con la cabeza hueca. Es cansino. Ahora mismo pensar en ligar me resulta menos estimulante que hablar del tiempo.

He conocido a muchos chicos, pero todos me decepcionaban por su egoísmo, vanidad… Todos buscaban antes su propio placer y luego desaparecían. Estaban enamorados de ellos mismos o te miraban como si te estuvieran haciendo un favor al estar contigo –aunque fuera solo por tomar un café durante cinco minutos-. No sé, lo que os digo, me parecen todos iguales. Incluso he llegado a la conclusión que el amor no es para mi, es para los hombres y todas las demás mujeres, pero lo que es yo, discurro por un sendero paralelo.

Porque a ver ¿Cuántas veces he hablado de mi vida sentimental en este blog en… 4 años ya? Pues eso, que definitivamente yo voy por un sendero paralelo. Espero que por lo menos ese sendero me lleve a un premio Nóbel o a algo que merezca la pena el sacrificio.

Algunas personas que sufren por amor me han envidiado muchas veces, pero el caso es que es mejor estar enamorado sin ser correspondido que no sentir nunca nada. "Nada pesa más que un corazón vacío". Lo dijo una señora de hace muchos años cuyo nombre no recuerdo ahora.

Como estaba cansada de tenerlo vacío y que pesara y todo ese rollo, decidí enamorarme de un recuerdo de hace más de un año. Da mejor resultado que tener el corazón vacío, por lo menos sientes algo. Sé que es una ilusión estúpida, pero tener una ilusión es siempre más esperanzador que no tener nada en absoluto. Me estaba empezando a volver loca estando tan vacía y oyendo al resto de la gente que me envidiaban cuando ellos saltaban de relación en relación.

Hablo de un chico que conocí superficialmente y al que no volví a ver, al que olvidé y que justamente cuando le conocí, se convirtió directamente en conocido, y se quedó en eso, en conocido.

Éramos antagónicos, aunque quizás fuera debido a que seguramente en esa época aún estaba ciega pero ah, amigos míos, de alguna manera ese chaval me sorprendió. En realidad, me dejó alucinada. Era amable, cariñoso en el trato, sincero y nada egoísta, y tenía una visión muy madura de la vida.

Le dejé escapar porque no había química. En realidad, ni siquiera se me ocurrió que pudiera haber algo. No puede gustarte nadie cuando no te gustas tú, es imposible, y yo por aquel entonces -2005- no me gustaba nada en absoluto. Me sentía abandonada y veía como no recibía nada de nadie, sólo indiferencia. Quería chupar cariño como una esponja, pero no recibí nada, porque esto no es una película de Hollywood y no caen hombres de los árboles –lo cual agradezco porque si así fuera, tendría que tragarme a Tom Hanks o a alguien parecido-. Resumiendo, yo era muy borde por aquel entonces y no le traté tan bien como sé que era capaz en mis mejores tiempos. Por culpa de esos amigos egoístas ingratos –la culpa siempre es de los demás, vamos- perdí a un amigo de verdad, porque me vi incapaz de seguir dando y estaba cansada de hacer esfuerzos para reclamar un mínimo de atención.

Aún así, me sorprendió que él fuera pródigo en eso de dar y no en recibir, y al final resultó que dio más de lo que nadie me ha dado en la vida - hablo de hombres-. Creo que era la sensación que no era un egoísta, que se podía tratar con él sin que te saliera con un "pues yo más". Creo que estaba por encima de toda esa mierda, ya sabéis. Creo que hasta se encontraba en otro nivel, en ese aspecto.

Aparte de eso, no se que más pudo marcarme, porque apenas hablábamos y al final siempre me quedaba sola camino a casa, pero me marcó. Tanto me dio que quise cambiar un poco mi trato hostil con la gente, solo porque él me había tratado con consideración sin esperar nada a cambio -tantas veces esperan algo a cambio...- cambió mi manera de pensar, y desde entonces pensé en dar solamente a quien valiera la pena de verdad, a gente como él. Gente que también da, en definitiva, o que por lo menos, que valora a quien le da y lo que le da. Gente que no te tira por el váter, ni que te dice "pues espero que se te pase pronto" con mal humor cuando estás triste una noche.

Muy maduro y entrañable, y muy idealista. Eres adorable, ojalá me enamorara de ti, a pesar de que entonces tendría un problema porque tú nunca te enamorarías de mí; aunque no olvidaré nunca que un día me dijiste que estaba muy guapa, sin coacción alguna. Bueno, alguna sí, me quejé que la peluquera me había dejado un pelo horrible, pero es que otro en tu lugar me habría dicho “si, estas horrible”.

Enamorarme no me enamoré, pero ya sabéis, algo quedó. Y tampoco está el mundo como para ir dejando escapar a la gente. Qué te caen perlas del cielo y las aprecias tarde.

Es últimamente que he estado pensando que era una persona buena y amable y que la dejé escapar. Me sabe mal. Sé que entonces no era consciente y realmente era incapaz de pensar en nada más que en mis exámenes y mi baja autoestima, pero aún así, tengo una espinita clavada.
Quizás debía ser así y no podía haber amistad, porque es cierto que cuando nos separábamos y yo volvía a casa sola me sentía muy frustrada, aunque por aquel entonces no me gustara.

Ahora solo tengo que encontrármelo y convertir mi cariño en amor, y conseguir que él también me quiera a mí, por supuesto.

Pero el destino es cruel y me encuentro hasta a amigos de los pueblos antes que a él. En realidad no me lo he encontrado más que una vez y en mi propia calle, porque vive en mi barrio. El Destino ha decidido no darme más oportunidades.

He intentado descargar la adrenalina de varias maneras; haciendo muecas a mis tías mientras hablo con ellas por teléfono, mirar videos de fantasmas o de gente que se pega hostias, mirar películas gore, soñar con Félix... Soñar con Félix no está mal, pero supongo que una experiencia corporal real sería más estimulante.

Oh, he desperdiciado el destino. El día que me lo encontré tenía que haberme quedado mordiendo sus pantorrillas para evitar que se escapara. Y aquí estoy ahora, sola y con un montón de trabajo por todas partes pero sin ningún estímulo.

Algún día de estos me sentaré en un banco de la plaza del barrio y me estaré allí sentada bajo los árboles esperando verle pasar. Y entonces, nadie podrá impedírmelo, seré insoportablemente risueña y adorable con mi nuevo peinado, y el próximo "estás muy guapa" será de verdad.

¿Cuál creéis que es mi sentimiento respecto a ese chico?

a) Atracción.
b) Necesidad física ineludible por más tiempo.
c) Amor.
d) Cariño.
e) Otra vez se te va a acabar la gasolina del coche.

posted by Laia | | 1:14 p. m.
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